Esa media naranja

Ahora que tengo en mi haber un mes de convivencia, soy palabra autorizada para hablar del tema. Y qué mejor que hacerlo como invitado en el blog de Pau (que ustedes bien conocen) "No soy yo, sos vos". Los invito a que lean una reflexión acerca de las idas y vueltas de dos personas que viven bajo un mismo techo.

Días contados

Ya pasó un mes de que vivo en esta casa y aún así no hay un día en que sienta que todo es un estreno continuo. Lejos quedaron esos grandes espacios sin uso porque ahora hay una mesa con sillas, un balcón con reposeras y mesa y cortinas cubriendo los grandes ventanales que aislan la mirada inquisidora de algún vecino. La casa está más armada aunque siempre falta algún que otro detalle.

Con Juan estamos bien aunque reconozco que hubo días en que quisimos matarnos y, creo yo, arrojarnos por el balcón o irse de un portazo y desear que el otro fuera víctima de una combustión espontánea. Sinceramente, no sé si todas las convivencias son así al principio, una mezcla de sensaciones de felicidad opacadas por lo que uno no espera del otro; pero sí estoy seguro que estoy encontrando un nuevo camino en mi vida y quizás de a ratos me convierto en la Susanita que nunca fui, aunque por estos lados siempre hablé del amor.

Se acerca el fin del año. Estos meses fueron los mejores de mi vida, sin dudas, donde pude acomodarme en muchos aspectos y comenzar a despegar la cabeza. Es como que los 30 llegaron y no hubo caso, no quedó otra. Estoy empezando a tener todo y por ese mismo motivo, luego de más de 6 años, esta experiencia de blog comienza a contar sus días.