Caminos

Debo confesar que, al menos en este primer cuatrimestre, un poco estoy descuidando "la facultad". La verdad es que no me hago mucho problema y, para evitar extender la crisis cual marea contagiosa, preferí dejar lo que me oscurecía el camino y seguir un poco más tranquilo. Al menos hasta mitad de año, ahí retomaremos con la máxima exigencia de nuevo.

Esto me llevó a pensar un poco en mi vida con respecto a las ocupaciones. Ya en las últimas materias de una Carrera tan tediosa como única y genial, es normal que aparezca cierta ansiedad y a la vez un lapsus de hostigamiento. Por otra parte, el laburo fue un cambio decisivo luego de casi siete años; ahora me muevo en una redacción que arrancó con vicios de incertidumbre y con todas las expectativas puestas en crecer en el oficio, aunque lo mio no sea el periodismo ni a palos.

Hoy es como que ambas cosas se complementan y, casi en mis 30 años, llegó el momento en que me pagan por hacer mi primer viaje y jugar a ser periodista. Reconozco que lo minimizo, que no me lo creo. Reconozco que, sin embargo, me llena de alegría que esto suceda y que, como quien no quiere la cosa, todo esté encaminado.

Click

De esa noche de besos y abrazos ya pasaron varios días, algunas semanas y más de un mes.

Creo que en toda etapa inicial de una relación siempre hay un momento en el cual algo te hace un click y sentís que estás en un abismo entre que todo se te vaya de las manos y las ganas de que eso realmente suceda. Es una mezcla extraña.
Es un click que te llega de repente, que se presenta y mucho no se puede hacer. O sí. Algunas veces se intenta resistir un poco, pero poco porque este click es una ficha con peso que te cae mientras te tiran un baldazo con papel picado de colores.

Anoche lo fui a buscar a Aeroparque - luego que rendí un parcial - ya que él llegaba de un viaje de laburo. Estuve algunos minutos perdiéndome entre las pantallas que anuncian los arribos y buscando desesperadamente el sector A2 para terminar esperando con ansiedad detrás de un vidrio, rodeado de familias y personajes con carteles improvisados a la espera de algún pasajero. Cuando lo vi llegar supe que estaba en el lugar que tenía que estar y que ese click me había aterrizado en todas partes del cuerpo.