En un primer momento todo parecía simple. Mi vieja había accedido a poner lo que faltaba para que con mi hermano compráramos el auto, bajo la rutilante condición de que nos hiciéramos cargo de todo, como correspondía. Quizás, el que no está muy al tanto, como yo, en las cuestiones relacionadas con los gastos que produce un automóvil, puede llegar a pensar que no debe ser algo costoso más allá del uso que se le dé. Error.
Al auto hay que lavarlo bajo el escandaloso sol de enero. Hay que fregarle bien los vidrios, sacarle el jabón y luego de la enguajada, secarlo con trapo para que no quede manchado. O bien llevarlo a un lava-autos que por un promedio de $30, dejan el auto bellísimo y listo para una salida glamorosa.
Hay que cargarlo con accesorios, tales como: franela, plumero (pero no de plumas porque raya), matafuegos, cajita con pañuelitos, alguna fragancia que refresque el ambiente, el estéreo, cola rutera (?). Y no contamos con los detalles de un tuneo moderno.
Un auto no se paga solo. Hay que despachurrar la billetera en seguro, el papeleo de la transferencia y en tramitar cédulas azules. Hay que cargarle nafta -porque mi hermano lo compró a nafta y ahora estamos llorando por cada litro que le ponemos- y, sobre todas las cosas, hay que evitar apretarlo mucho.
A un auto hay que darle amor, pero también se lo tiene que ganar. Me pasa que yo por el momento, lo manejo; no le hablo como al Escort. Le doy el uso que una máquina podría tener. Es como que nos estamos conociendo y aun no nos permitimos hacer chistes.
En fin, como es un Volkswagen (Gol) le puse de nombre Walter. Pero se dice "Valter".
(?)
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Hace 2 meses