Madre:
- ¿Y cómo vas a hacer con el camión de perro que tenés?- Sentenció con simpatía en forma de pregunta.
Yo:
- Es lo de menos; nos arreglaremos de tal manera que Ulises esté bien y no le falte nada- Concluí queriendo darle tranquilidad.
Cuando volvíamos en auto seguí hablando de mi partida con algo de naturalidad y timidez. En un momento le pregunté qué le parecía, qué pensaba.
Madre:
- No lo puedo creer, me dejaste helada - y de esa manera, había dicho las palabras que voy a recordar toda la vida.
Irse de la casa de los padres es cortar con la adolescencia. Es animarse a la vida solitaria en algunos casos o a la vida con alguien más. Este último es mi caso.
Pienso en las cosas que me voy a llevar; cómo voy a dividir el tema "auto" con mi hermano, cuál será mi barrio nuevo. Pienso qué sensaciones tendré al volver a casa de visita, cómo será la relación con mi familia porque, claramente, va a cambiar. Pienso también cuál será la reacción de mi madre cuando realmente comience a caer en la idea; y alguna intuición ya tengo porque días después de la noticia, arrojó:
Madre:
- Vos justo te vas cuando no hace ni un año que murió tu padre -
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Hace 16 horas