Aún recuerdo el día que torpemente caí en un blog, no entendía por qué una
mina contaba cada cosa que seguramente le pasaba por la cabeza, con sencillez y con desparpajo, como ignorando quién pudiera leerla. Con el tiempo intenté hacer lo mismo, crear un diario íntimo virtual, y me salió bien. Desde mis -jóvenes- 23 años comencé a volcar en mi
primer blog aquellas huevadas con una mezcla de realidad muy inocente. Luego vinieron los tiempos de armar una propia plantilla sin saber siquiera qué era el código HTML y maximizar la
experiencia desopilante casi sin proponermelo. Me volvió a salir bien. Las pavadas cobraron cuerpo y cada día eran más los lectores que se acercaban y dejaban sus marcas en los posts.
Tras pocos meses, algunos lectores se materializaron por fuera del monitor y juntos pudimos compartir más de una cerveza o café, caminatas o recitales. Dejaron de ser desconocidos para ser amigos a lo largo de los años y, pese al paso del tiempo, cada uno siempre conserva su lugar en mis recuerdos y en mi actualidad. La experiencia de tener blog escapaba a lo esperado, superaba las expectativas que jamás hubiera pensado. Mucha gente comenzó a quererme sin conocerme, a vivir mi realidad virtual como propia y a involucrarse cada día más con mi vida. Luego los blogs se hicieron moneda corriente y mis historias se desdibujaron en el éter binario, aunque nunca dejé de escribir. Fue ahí que llegó esta experiencia, mi tercer blog, que dejó de lado el humor simple para darle espacio a mi realidad y a los 30 años que se venían encima. Pasaron casi 7 años de mi vida expuesta a medias tintas en un blog y ahora llegó el momento de desprenderse de este lugar. Sabrán que mi individualidad ahora está acompañada por Juan. Prefiero decir que sigo siendo individuo, obvio, pero acompañado ahora en otra experiencia que es la de convivir con alguien con todo lo que eso significa.
Quiero dar las gracias a aquellos que leen desde hace muchos años. Los que comentan siempre, los que prefieren el silencio. A aquellos que me quieren y a los otros que me ignoran. Me quedo con lo mejor: una larga historia que armamos a la vez ustedes y yo.