Un año atrás

A veces me cuelgo pensando en que hace un año en mi vida habían muchos componentes tristes que interactuaban de tal manera que todo parecía una gran novela cargada de exagerado dramatismo. Que nos echaban de la casa, que mi viejo nos endeudaba y luego moría de un día para el otro, que la guita no alcanzaba, que nada salía bien. Había que remarla sin permitir que las pocas cosas buenas, que se podían mantener a flote, cayeran.

Con el pasar de los meses todo fue mejorando. Pegué un laburo mejor que me sumó dinero y permitió que dejara de trabajar los fines de semana. Mi madre comenzó a cobrar su pensión. Y mi hermano... bueno, mi hermano sigue más o menos como siempre.

Me cuelgo pensando que hace un año tenía lo más importante pero que lo estaba perdiendo entre lo perdido. A su vez, es inevitable siempre comparar y esta vez es bueno: mi hermano dejó su eterna soltería para animarse a estar de novio; mi vieja recobró la tranquilidad -y el amor propio- y se maneja de otra manera porque ya no le tiene ese temor terrible a los desaciertos económicos; y yo... yo me estoy yendo, en poco más de dos meses, a vivir con Juan.