Te quiere y no te quiere

Te quiere ese que supo amarte y que de un día para el otro, dejaste.
No te quiere ese que al que amaste y tuviste que dejar.
Te quiere ese que evitabas por teléfono y algunas veces le cancelaste una cita porque hacía demasiado calor.
No te quiere ese que te vio congelado en invierno y agobiado por un enero caluroso.
Te quiere ese que dijo que estaba enamorado y al que le respondiste "no te enamores no, no te enamores nunca de aquel marinero bengalí".
No te quiere ese al que le susurraste un feliz cumpleaños y un primer "te amo".
Te quiere ese que piensa que tu cuerpo es el mejor de todos y que la panza es lo más lindo que vio en la vida.
No te quiere ese que una vez te dijo que con un kilo menos, estarías mejor.
Te quiere ese que sigue enviándote mensajes, que te comenta fotos y te dice que estás lindo, que te dice que te cuides, que te quiere.
No te quiere ese que piensa que tu presencia puede ser un problema.
Te quiere ese que a pesar de todo, te quiere.
No te quiere ese para el que no sos una opción, ni una alternativa.
Te quiere el que no querés y no te quiere el que simplemente querés.

Ataques

Ya no soy el de antes. Creo que haber ido a ver Gitano, tras la genial idea de reponer por una semana las películas de Sandro, y comer un exceso de pochoclos salados, culminó con la existencia de mi hígado casi treinteañero. Lo cual tampoco me permitió volver a la sala y ver Muchacho porque, claro, me siento tan del orto que apenas llevo a cabo la práctica de la ingesta de alimentos. Y lo bien que me hace.

Dicho sea de paso, mi amada esposa expresaría que me deje de boquear cosas inexistentes porque su teoría grita que tanto el ataque de hígado como el amor no existen. Y puede que tenga razón, pero yo hoy por hoy cago color naranja, siento el estómago revuelto y en el pecho un vacío raro de explicar.

Otra vez

Las primeras conversaciones vía chat con mi ex marido, fueron dedicadas a ponernos un poco al tanto de nuestras vidas, y entre esas cosas, surgieron los temas del amor -o al menos de los amores que siguieron luego que nosotros terminamos el nuestro, hace tan sólo mes y monedas-. Él me contó sobre un amor con una edad bastante menor que la suya, y que estaban en las últimas. Yo le narré sobre el contador, pero no le dije que era un "pito corto", porque algo de orgullo y decoro siempre hay que mantener.

Yo no sé bien qué me pasa, porque por un lado lo extraño, hay veces que aguardo especialmente que él llegue del laburo para que cheteemos -lo cual le quita horas de sueño a mi persona-, pienso en lo que no fue y en lo que será; y también pienso en las razones por las cuales nuestro amor naufragó.

Lo cierto es que otra vez estoy en la misma: del otro lado un ser completamente bloqueado y de este, yo, envuelto en sentimentalismo y maquinándome para tener algo que no sé que tan bueno podría ser.

Una de cal...

El último pibe que conocí, fue un entero y rotundo fracaso. La primera semana la dedicamos a chatear un poco todas las noches, a conocernos, a ver si teníamos algo en común. Ya de momento, comprobé que los contadores son aburridos también de modo virtual, pero quise darle una oportunidad al amor.
La segunda semana fue en la que aparecieron las ideas de un encuentro y entre varios planes, quedamos en un viernes que luego fue cancelado porque se iba con la mamá a pasear.
Empezábamos muy mal.

El segundo encuentro también fue fallido porque pretendió conocerme pasada la trasnoche y yo, que ahora trabajo todos los días, en ese segmento horario me transformo en algo horrible y amenazante. Lo saqué rajando.

Finalmente nos dimos cita pero antes me dijo, textual: "mirá que Dios no fue bueno conmigo, me dio pito chico", a lo que, claro, le tuve que decir que esas cosas no me importaban, que no buscaba encamarme escandalosamente con alguien y listo.

El encuentro no estuvo mal, pero un poco me aburrí, y más allá de entretener la vista con un lomo de catálogo, lo cierto es que no me dieron muchas más ganas de verlo cuando entre besos me dijo: "quiero conocerte más, quiero que me hagas el amor". Un plomazo.

Naturalmente, le fui dando salida lentamente y todo parecía encaminarse de nuevo hasta que el pasado domingo, agregué al MSN a mi ex marido Pablo.